Ese es mi estado en este momento. Es la palabra que define claramente mi ánimo. La noticia fresquita de que le han dado el Premio Nobel de la Paz a don Barack Obama. Esta bomba me intranquiliza, me conturba mucho y abate mi ánimo. Es como me siento.

Supongo que todos los analistas de prestigio de todos los diarios de todo el mundo harán un buen artículo sobre este tema.

Me parece discriminación positiva, cuatro días de emperador del mundo y ya le están colgando medallas. Querrán pedirle algo el Comité Nobel del Parlamento Noruego o los suecos del Premio. Dos países que, en principio, son el paradigma de la democracia y la libertad se arrastran ante el oro americano.

Las razones explicadas por "El Comité" para adjudicarle dicha distinción al caballero en cuestión son "sus esfuerzos por una diplomacia multilateral", y ¿qué es eso? Estar metidos en dos guerras en este momento, tener Guantánamo, apoyar a los israelitas en sus asentamientos, propugnar la no proliferación de armas nucleares, en otros países, por supuesto, ya que el y otros más si las tienen.

Señores, los del premio, se les ve el plumero. Este premio, el de la Paz, no debería de existir, y ya que existe, no sean rastreros y otros apelativos sinónimos, denle el premio a alguna persona no política.

Los premios hay que ganárselos con acciones verdaderas y no con promesas de futuro.

Quizás, este premio, a lo mejor lo dieron por contraste, me explicaré, este viene después del guerrillero Bush, y por comparación, sin haber hecho nada de momento, es una palomita de la paz, negra, pero palomita, al lado de don Jorge.

Yo, con mi preclara inteligencia, sí se por qué le han dado este premio. Es el primer presidente de color negro, es joven, representa un aire nuevo, y como si fuera un niño, nuestro hijo pequeño, para que coma bien o haga los deberes, le damos el regalo, el de la Paz, por anticipado, para que ya satisfecho le sirva de acicate y haga las cosas bien.

Posiblemente se han adelantado, deberían de haber esperado a que el Rey del mundo acabase su mandato y entonces, después de una valoración real de su actuación, si es positiva, dárselo.