El mundo ha observado con expectación estos días, una más de las reuniones en la cumbre del G-20, es decir, a los poderosos del Planeta. El nombrecito me recuerda al célebre juego de los submarinos, que tanta distracción nos causó en aquellas horas de tedio estudiantil, dependiendo de quién fuese el profesor y la materia impartida, ¿se acuerdan? En este caso la cumbre, con esas coordenadas, no nos preocupemos, ha sido ¡agua! Claro que si saliese tocada o hundida es porque algo grave podría ocurrir a nivel mundial y por lo tanto es preferible que continúe el juego o las reuniones, en este caso, para divertimento de nuestros líderes mundiales.

Todo ha sido y seguirá como siempre, es decir, buenas viandas, intercambios de regalos, saludos por doquier, fotos para el recuerdo presumiendo luego de ellas en el país al que se ha representado, largas charlas, risas, declaraciones de intenciones, manifestaciones antisistema, cargas policiales, algún que otro herido y casi siempre algún muerto.

¡Agua!, o sea nada. Tal vez los componentes de dicho grupo se hayan olvidado de invitar a uno de los personajes más importantes del Planeta, con más influencia, cada vez menos, es cierto, pero de gran influencia en lo divino y lo humano: el Papa. Con su asistencia es probable que bendijese esa reunión para que las consecuencias fuesen realmente provechosas para la humanidad, llegados casi al punto crítico en el que las economías mundiales y su sistema financiero se tambalea, lo que, no cabe duda, puede poner al mundo al borde de (ni mencionarlo quiero). Bromas aparte, en este marco de seriedad poco debíamos esperar pues, y bajo mi punto de vista, de esa reunión. Por mucho que el mundo se haya globalizado, lo que no resuelvan los ciudadanos y sus representantes políticos del país de origen, vamos dados. Es la época de la globalización, es cierto, pero nunca tanto cada uno vio para sí. Miren sino Francia y Alemania.

Así que nuestro presidente debe imitarles; tendrá que centrarse en la resolución de nuestra propia crisis y olvidarse, al menos de momento, de su Alianza de Civilizaciones, la foto con Obama y si me apuran un poco del G-20, que se debieran reunir cuando realmente lleven propuestas estudiadas y en firme, si lo que les preocupa e interesa realmente es resolver los problemas de la economía mundial y sus posibles consecuencias, cuanto antes.

Al igual que en la empresa privada, las reuniones tan sólo son efectivas si se hacen propuestas pensando en el bien de la propia empresa y sus integrantes adquieren compromisos firmes, serios y que evidentemente se lleven a cabo en el plazo acordado y, por supuesto, de obligado cumplimiento. Por otra parte, no deja de sorprenderme como casi siempre nuestro presidente, quien ha propuesto la congelación de sueldos de altos cargos, lo cual está bien, pero a destiempo. Debiera acordarse de que no hace mucho todos nuestros representantes políticos de nuestros ayuntamientos, por citar un ejemplo cercano, se incrementaban los sueldos con una alegría y salero que tan sólo les faltaba para celebrarlo, mandarnos callar al pueblo, llevándose su dedo índice sobre sus labios, al igual que el futbolista dirigiéndose a la afición contraria tras marcar un gol.

Esos incrementos también debieran estar regulados para no dar la sensación de derroche en épocas de vacas gordas. Deben aprender de una vez la lección nuestros políticos, que con el dinero del contribuyente siempre debe existir austeridad.

¡Bah!, me temo que mi opinión en esto también será ¡agua! Pero al menos este ciudadano, desde esta sección y desde Faro de Vigo que me permite expresarme, se queda a gusto.