La Biblia nos cuenta que una vez existió una torre con la que los hombres pretendían alcanzar el Cielo, la Torre de Babel y para edificarla se sirvieron de ladrillos en lugar de piedras y de betún, material altamente inflamable, en lugar de argamasa.

Yahvé hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas, luego de lo cual reinó la confusión y se dispersaron haciéndolos fracasar en su empresa.

Si bien, no creo que Yahvé tenga nada que ver con la actual situación económica, sí veo grandes similitudes con la Torre de Babel. La inflamación de la economía mundial es víctima de su construcción con betún y para reconstruir el sistema económico mundial el problema es el mismo que acabó con la Torre de Babel, cada uno habla una lengua diferente y no se acaban de tomar medidas globales, mirando desde cada parte del mundo al otro lado del océano, esperando a ver si aparece Yahvé y nos concede un crédito millonario que nos permita retomar el camino de un consumismo salvaje que nos permita mantener el actual sistema económico.

Pero Yahvé, que nos expulsó del paraíso por comer una manzana prohibida, difícilmente dará crédito a un sistema que genera tantas desigualdades a nivel mundial y en el cual los instrumentos reguladores mundiales fallan reiteradamente o son inexistentes, permitiendo no se sabe por qué paraísos fiscales alternativos al paraíso de Dios, o cuentas opacas que ni Dios sabe a quién pertenecen.