La propuesta del BNG de Tui de retirarle al Caudillo la Medalla de Oro del Ayuntamiento, concedida en su visita a la ciudad para inaugurar al Parador de Turismo, ha sido aprobada en pleno de unanimidad y sin debate alguno por orfandad argumental de los corporativos, a pesar de que uno de ellos mantiene en un despacho particular una foto del Dictador enmarcada. La excelente oportunidad para declararse demócrata, desmarcarse de Franco vende mucho, no ha sido desaprovechada por ningún partido político, mayormente por la extrema izquierda (los extremos se tocan), tan volcada en la Ley de la Memoria Histórica que se ha salido de ella.

Con buen criterio el artículo 15 de dicha ley, sobre símbolos y monumentos públicos, insta la retirada de la escena pública, “ de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra civil y de la represión de la dictadura, excepto cuando las menciones sean de estricto recuerdo privado sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas o arquitectónicas protegidas por la ley”, puesto que un hecho o personaje controvertido no debe exhibirse como referencia social, además de evitar herir sensibilidades. Sin embargo, la referida medalla concedida por Franco, responde, obligadamente, a la deferencia protocolaria que corresponde a la figura institucional de Jefe del Estado independientemente de la persona que en ese momento encarna tal representación. Quienes no saben diferenciar la institución representada de la persona representante, por ejemplo, la Monarquía de la honorabilidad particular del trasero que se sienta en el Trono de la Corona, y les dispensan trato en función de sus virtudes o pecados, no son aptos para el escaño que ocupan, y están expuestos a incurrir en tamaña torpeza como la cometida por la Corporación de Tui.

No es necesario ser jurista para concluir que la medalla concedida por Franco no encaja en ningún puesto del citado artículo 15 de la ley de la Memoria Histórica en cuanto que no tiene el carácter de pública porque, que se sepa, no se exhibe en ningún lugar público y, por tanto, no entraña afrenta a nadie.

Aventurar que la medalla implica aprobar la ejecutoria de Franco es absolutamente gratuito cuando no tendencioso.

Ha sido patético el gesto de enmendar la plana a quienes supieron estar a la altura de las circunstancias, erigiéndose en salvadores de la honra tudense creyendo así limpiar la hoja de servicios del municipio mediante la revocación de un acuerdo plenario que nadie jamás podrá borrar de la historia.

El portavor del BNG local, don Laureano Alonso, ha adelantado que seguirá investigando acerca de las medallas concedidas a militares para proceder a su retirada.

Me imagino a este espontáneo de la arqueología, empecinado en cavar en el pasado con el único resultado de levantar polvareda y contaminar el ambiente, yendo de casa en casa de los militares condecorados para confiscarles al galardón. Lo que no acierto a pronosticar es si lo hará acompañado de un piquete de la militancia bloquera o de la Guardia Civil.

Quienes demuestran ser incapaces de socorrernos materialmente, de trabajar por el municipio, son los primeros en acudir diligentes a salvarnos el alma.