Es evidente que los cuarenta años de tinieblas han dejado como legado un atraso cultural, -por lo visto hasta hoy--,irreparable. Esto se comprueba con las reacciones que han provocado la ley de Memoria Histórica y la implantación de la asignatura "Educación para la ciudadanía" (a este último respecto,la actitud del gobierno valenciano clama al cielo,es "predarwiniana"). Sonroja, avergüenza, llena de estupor escuchar lo que se escucha y leer lo que se lee,incluso,y fundamentalmente, de parte de personas y medios habitualmente tenidos por "progresistas" (ese eufemismo usado para designar al izquierdismo blando devenido en liberal). Todavía está vigente, y de qué manera,la versión histórica instalada por los escribas del franquismo. Hay que reescribir esa historia desde el fatídico 18/7/1936.Ya llevamos treinta y tres años de transición.No es real la convicción de que hemos salido de ella.Hay miedo de hacerlo. Hay que declarar con rotundidad, por los medios políticos y legales que correspondan, la ilegitimidad absoluta de la sublevación fascista y,por ende, la ilegitimidad absoluta de lo actuado durante el régimen del oprobio. Todo el arco parlamentario debiera pronunciarse unánimemente. A ver si queda claro, estamos hablando de "terrorismo de estado". Estoy convencido de que es imperioso que la sociedad española de hoy dé un ejemplo, mediante un gesto determinante de dignidad y ética,a los que la integren en el futuro. Y ya sé que hay voces expresando la inutilidad e impracticidad de esto. Claro, como no se trata de ladrillos ni de bonos del tesoro.