Querido hijo, me preguntas en tu carta qué está pasando con el Celta y si el año que viene cuando estés de vuelta en Vigo, podremos seguir yendo juntos a verlo. Me dices que no te importaría seguir aburriéndote un año más con partidos infumables de Segunda División y que a nada que nos den otra oportunidad, el Celtiña sabrá salir del pozo y del infierno, como ha hecho siempre, y que volveremos a ser lo que somos. Me dices que lo de perder y seguir ahí en la brecha peleando es cosa de aficiones grandes, que ganar es muy fácil, que los del Celta sabemos perder y que lo único que no perdimos nunca los de Vigo es el honor y la dignidad de ser celtistas.

Ya ves, hijo, avergonzado como vigués y como celtista, no sé que contestarte. Yo que a tus ojos parezco tener explicaciones para todo, después de haberte educado en el orgullo profundo de ser celtista, no tengo nada que explicar o que decirte, nada que contarte, sólo que el Celta parece hundirse irremediablemente sin que nadie haga nada por salvar al equipo. Nada, desde el Club no hay esperanzas, ninguna reacción digna, ni palabras, ni tan siquiera lágrimas, nada de nada, si acaso silencio, hijo, sólo silencio y una abulia crispante que hace que se te atragante la crónica diaria de los periódicos locales que son ya los únicos que todavía hablan del Celta. El Celta ya no se juega su futuro de celeste y blanco con un balón, si no que se viste de corbata y traje gris y se pasea errático por los juzgados con maletines llenos de papeles. Un presidente, que gobierna al Celta como quien gobierna una granja de pollos, sin tener en cuenta que su producto, el celtismo, es una mercancía de primer nivel que se fabrica con fuertes dosis de ilusión, no con indignos lamentos de llorona. Un consejero, que siendo Administrador del club era también socio de un despacho de abogados que se supone cobra cifras fabulosas por representar al Celta en el procedimiento concursal, que coloca a uno de sus abogados asociados como empleado del club con sueldo de director general y que, además, puede que preste servicios profesionales de abogado a Caixanova, primer y más importante acreedor del Celta y principal interesado en el Concurso. Y la sociedad de Vigo, sus instituciones públicas y privadas y sus ciudadanos, más silenciosos que nadie, en la actitud vergonzante de mirar a otro lado dejando que una institución como el Celta perezca en manos de quienes lo están llevando a su desaparición. Sin mover una sola pestaña una ciudad entera, hijo, tu padre el primero.