La obesidad se percibe como un importante problema de salud pública, y la cuestión de la responsabilidad pasa al primer plano, ya que hay que preguntarse: ¿La dieta es elección personal o está condicionada por la industria y los estilos de vida? Un debate parecido al del tabaquismo, pero en cualquier caso, las empresas de alimentación empiezan a tener un problema de imagen que puede llegar a llevarles a los tribunales, igual que a las tabacaleras.

Así, la industria alimentaria amplía los productos llamados "light" y reduce el tamaño de las raciones, ya que si hasta ahora ha comido a dos carrillos, empieza a reaccionar; aunque el "bajo en grasa" como el "bajo en nicotina", no se lo creen ya, ni ellos; pero aunque la información nunca está de más, por muy transparente que sea el etiquetado, no es frecuente sacar gafas y lupa en el supermercado para estudiar a fondo la composición de cada porción; aunque la creciente proporción de niños obesos, no vislumbra, precisamente, cuerpos Danone, y esto no sólo preocupa a padres y médicos, sino que supone una amenaza para la industria de la alimentación.

Claro que el niño de hoy, como el de ayer, suspira por las chucherías; pero antes, la falta de dinero y la autoridad de los padres, ponía coto a los caprichos, ahora la sobriedad se desconoce y los kioscos a las puertas de los colegios hacen su agosto todo el curso, y, después, el sedentarismo contribuye a favorecer la obesidad, ya que consumiendo sin parar delante de la televisión arrellanados en el sofá, explica que este problema, la obesidad, se extiende cada vez más.