El asunto, de ser cierto, sería para renegar del sistema sanitario español. Tres de cada cuatro pacientes que necesitan tratamiento psicológico son recetados con tranquilizantes por el médico general, sin ser enviados al psiquiatra o psicólogo. Los primeros con largas listas de espera que hacen abandonar o llegar tarde al tratamiento, y los segundos no reconocidos como parte del sistema sanitario y por lo tanto, sin poder prestar la necesaria ayuda que tanto se requiere y para lo que sus estudios universitarios y su especialización clínica no sólo hace aconsejable su aceptación sino su necesidad de introducción en el sistema sanitario.

Se evitaría el uso indiscriminado de medicamentos y se usarían bajo control del psiquiatra sólo en aquellos casos específicos. Sin los psicólogos seguiremos faltos de la ayuda completa que estos enfermos necesitan.