El pulpo, el cefalópodo que el IEO de Vigo y el CSIC tratan de desarrollar en piscifactoría, es conocido (además de por ser uno de los platos más representativos de la gastronomía gallega) por su increíble diseño corporal, que le permite defenderse de las amenazas submarinas de múltiples maneras.

Además de la popular mancha de tinta negra con la que despista a sus atacantes, una de sus múltiples armas para defenderse es el rápido cambio de pigmentación, un mecamismo fundamental para pasar desapercibidos ante los ojos de sus depredadores. Precisamente, este método de escapar de los predadores es el que captó un buceador de Mozambique a una profundidad de 20 metros, en el arrecife de Doodles.